Estudio confirma que vacunas contra el Covid-19 provocaron estos daños en la salud
Este estudio sigue al llevado adelante por la Universidad de Yale, donde se ha detectado que 240 adultos desarrollaron de forma crónica un síndrome post-vacunación, cuyos síntomas son intolerancia al ejercicio físico, exceso de fatiga, mareos y “niebla cerebral”, sin que hasta el momento se conozcan sus causas o posibles curas.
Este estudio aporta información valiosa a la comprensión de las vacunas contra el COVID19, destacando el complejo equilibrio entre los beneficios a gran escala de las campañas de vacunación y los efectos adversos en una pequeña fracción de la población.
Las vacunas contra el Covid pueden ser armas de doble filo
Aunque las vacunas han demostrado ser una herramienta crucial en la lucha contra la pandemia, salvando millones de vidas, es fundamental reconocer y abordar los riesgos asociados, aunque sean poco frecuentes.
La identificación de condiciones específicas, como la miocarditis, la pericarditis, el síndrome de Guillain-Barré, y la trombosis del seno venoso cerebral en relación con ciertas vacunas, subraya la importancia de sistemas robustos de vigilancia y seguimiento post-vacunación. Estos sistemas permiten identificar “alertas de seguridad” que pueden ser particularmente relevantes cuando se vacunan a poblaciones grandes.
Solicitan investigaciones continuas para las vacunas
El papel de la Global Vaccine Data Network (GVDN) y estudios como el de la Universidad de Yale en la detección de síndromes post-vacunación, como la intolerancia al ejercicio y la “niebla cerebral”, resalta la necesidad de investigaciones continuas.
Estas investigaciones deben enfocarse no solo en maximizar los beneficios de las vacunas sino también en minimizar los riesgos, mejorando la comprensión de los mecanismos subyacentes a estos efectos adversos y desarrollando estrategias para tratarlos.
La declaración de Harlan Krumholz captura la esencia del desafío que enfrentan los profesionales de la salud y los responsables de políticas públicas: reconocer y validar las experiencias de aquellos que han sufrido efectos adversos, mientras se continúa promoviendo la vacunación como una herramienta esencial de salud pública.
Esta dualidad no minimiza la importancia de las vacunas, sino que refuerza la necesidad de un enfoque equilibrado que busque tanto proteger a la población en general como atender a los individuos afectados por reacciones adversas.