Devastación en Santuario de Valdivia: Gripe Aviar y lobos marinos cobran la vida de más de mil Cisnes
El presidente del consejo, José Araya, manifestó su preocupación ante la notable disminución de la población de cisnes de cuello negro.
Durante el transcurso de este año, más de mil cisnes de cuello negro han perdido la vida en el Santuario de la Naturaleza Carlos Anwandter de Valdivia, a causa de la gripe aviar y los ataques de lobos marinos, según información proporcionada por el Consejo Consultivo de este espacio protegido.
Este grupo consultivo presentó un informe ante el Consejo Regional de Los Ríos, detallando “principales espacios de nidificación de cisnes de cuello negro en América del Sur”. En este contexto, resaltaron la importancia de la acción estatal para la protección de este sitio Ramsar, que también es el primero en su categoría en Chile.
El presidente del consejo, José Araya, manifestó su preocupación ante la notable disminución de la población de cisnes de cuello negro. Si en 2020 existían más de 22 mil individuos y ahora el promedio es de alrededor de 5 mil, la cifra actual apenas llega a los mil 800.
Araya subrayó que tanto la gripe aviar como la depredación por parte de los lobos marinos han contribuido a la pérdida de alrededor de mil cien cisnes de cuello negro en el Santuario.
El fenómeno nuevo este año de la gripe aviar, con la que murieron casi 800 cisnes producto de la gripe aviar” dijo Araya, a lo que agregó que por “la situación de predación de los lobos marinos, al mes de julio, llevamos 300 carcasas de cisnes que han sido muertos por lobos.
La presencia del visón y la actividad humana, incluyendo el uso de motos de agua y el desarrollo inmobiliario, también amenazan a esta especie emblemática y protegida. Estos factores podrían estar causando la migración de estos cisnes, que son un símbolo del Santuario de la Naturaleza.
El organismo consultivo hizo un llamado al Ministerio de Medio Ambiente para que apruebe la Norma Secundaria de Calidad de las Aguas en la cuenca del río Valdivia. Esta norma busca el monitoreo y la conservación de las aguas, especialmente después del desastre ecológico ocurrido en 2004, cuando el humedal del río Cruces fue contaminado por desechos industriales, provocando la mortalidad de cisnes de cuello negro.